En estos momentos cobra mucho sentido la felicitación de Beatriz Gutiérrez Müller a Claudia Sheinbaum el día de sus cumpleaños: «Y que la inteligencia, que no le sobra, siga siendo su guía». Resulta que Claudia Sheinbaum, después del misil que lanzó el gobierno de los Estados Unidos, opta por hacerse la incrédula. El gobierno de Donald Trump ha estado investigando a políticos y empresarios mexicanos, a los cuales acusa de participar en el negocio del narcotráfico, unos brindando protección, otros lavando dinero. Esta vez acusa a tres casas de bolsa de lavar dinero para el tráfico de fentanilo a organizaciones terroristas.
No es cualquier cosa, no se trata de retirar la visa a un alcalde o a un gobernador. Se trata de acusar a todo un gobierno en el entramado del narcotráfico y para ello hay que tener pruebas. Y eso es lo que pide la presidenta de México: «El Departamento del Tesoro no ha enviado ninguna prueba que indique que hay lavado de dinero. Tiene que haber pruebas, ni lo negamos ni lo aceptamos, si hay pruebas de la investigación de la UIF o de la CNBV de que hay lavado de dinero, se actúa administrativamente e incluso penalmente».
¿Quiere pruebas la presidenta Sheinbaum? Pruebas le van a mandar. Insiste la presidenta de México: «Se tiene que demostrar que hubo lavado de dinero, no con dichos sino con pruebas contundentes». Esperemos que cuando le manden esas pruebas, la presidenta las acepte y proceda, aunque lo más seguro es que descalifique esas pruebas.
