El exgobernador de Veracruz llevará tatuado en su frente, como la maldición de Caín, la frase de inepto, sus pésimos resultados en Veracruz así lo confirman. Al menos, en el ámbito de justicia, esta solo se aplicó contra los enemigos del sistema cuitlahuista, sin embargo, en la mayoría de los casos, por falta de pruebas, tenían que dejarlos en libertad. Desde luego, gran parte de la culpa la tuvo Verónica Hernández Giadans, empleada del malogrado rey de la negritud jarocha, quien solo se concretó en investigar y aplicar la ley consigna.
Hoy su permanencia está en la tablita y en manos de la nueva gobernadora, las peticiones de madres buscadoras pidiendo su renuncia no son poca cosa y resultan el pretexto perfecto para que se le pida su renuncia, aunque lo más justo sería que se le investigara profundamente.
Tenga la seguridad que muchos muertos saldrán del closet de la Fiscalía veracruzana. Por lo pronto, la gobernadora de Veracruz no requirió de su presencia en la reunión que esta sostuvo con madres de personas desaparecidas. Si Hernández Giadans, tiene un poco de sentido común, sabrá que sus días frente a la Fiscalía veracruzana, están contados. Sobre aviso, no hay engaño.