En los libros de historia aparece o debería aparecer lo que se llamó la “caída del sistema” de 1988, justo en el momento en que se estaban contando los votos de la elección presidencial del 6 de julio. Entonces el presidente de la Comisión Federal Electoral, la CFE, era Manuel Bartlett, secretario de Gobernación; eran esos tiempos en que el órgano electoral lo manejaba el mismo gobierno. Desde entonces se responsabilizó a Bartlett por la “caída del sistema”, lo que llevó a especular un fraude electoral.
En esos tiempos, ante los recientes apagones y con las elecciones poco más de dos semanas, algunos reporteros en la mañanera le preguntaron al presidente López Obrador si había riesgo de que a lo hora de contar los votos de la elección presidencial se fuera la luz. López Obrador, muy a su manera sardónica, dijo: «Eso sí calienta, no somos iguales. Eso lo hacían los mapaches». La pedrada fue a descalabrar a Manuel Bartlett, director en los tiempos de la 4T, de otra CFE, la Comisión Federal de Electricidad.
AMLO dijo: «No somos iguales, nosotros luchamos por la democracia, nosotros enfrentamos los fraudes, no podemos hacer lo mismo». En los últimos años nos hemos dado cuenta de cómo opera el gobierno en las elecciones, comprando gobernadores de oposición, ofreciéndoles embajadas. Pero, sobre todo, opera con sus socios del crimen organizado. Eso es peor que hacer que se caiga el sistema.
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