Urge un movimiento progresista nacional

Discurso
Política, políticos, debates y discursos FOTO: WEB
- en Opinión

Irineo Domínguez Méndez / En la actualidad la partidocracia imperante “predica” en sus planes de acción, principios y estatutos los derechos humanos; de manera declarativa los enuncia sin cumplirlos; en sus discursos, distorsionan los conceptos que los definen. La partidocracia omite aplicar un progresismo humanista porque soslaya integrar a toda persona a una sociedad más igualitaria y justa en todos los aspectos. Ignora que representa el desarrollo de un Estado de Bienestar impulsado por la participación directa del Estado cuando este implementa una economía política encaminada a garantizar los derechos humanos. Estado de bienestar real cuando está exento de subordinación y chantaje y de ser parte de un capital político. Por otro lado, la partidocracia anula la democracia participativa a pesar que nuestra Constitución Política la promueve; al prescindir de la participación ciudadana se hace del poder y de la riqueza de México.

El presente artículo no pretende dar cátedra de lo que es el humanismo ni el progresismo; sino únicamente señalar que México, como país en desarrollo, continúa sufriendo de pobreza y corrupción; males que impiden la integración de millones de personas a una vida democrática, caracterizada por un desarrollo integral de la población.

Así las cosas, resulta obvio reconocer que: URGE UNA NUEVA GENERACIÓN DE POLÍTICOS, promotora de un verdadero estado de bienestar; sin coartar los derechos humanos; atendiendo, primero y, antes que nada: acabar con la corrupción e impunidad gubernamental. Con contadas excepciones, los actores políticos de nuestro tiempo representan, de manera congénita, los males que debemos combatir.

Una nueva clase política y/o nuevos actores políticos, en la que también los jóvenes puede sean la nueva esperanza que garantice un mejor futuro para México. Es la juventud la más perjudicada por falta de oportunidades para su desarrollo e integración; entendidos estos conceptos como la adquisición de conocimientos y prácticas capaces de cambiar el entorno político, social y económico del País. ¡Basta de entender la educación como medio de preparación para integrarlos al sector productivo robotizado! Tiene que formarse a nuestra juventud de tal forma que puedan influir en el disfrute de un estado de bienestar en el que ella sea el eje central y motor de cambio.

Una nueva generación de políticos que encabece a nivel nacional un movimiento progresista capaz de provocar el debate y/o diálogo encaminado a consensuar el empoderamiento de dicha generación; capaz de garantizar la felicidad y tranquilidad que les han y nos han robado los actuales políticos; que logre recuperar la esperanza ante tantos engaños sufridos por gobiernos ineptos y corruptos.

Fomentar la democracia participativa no se limita a elegir gobernantes entre las opciones que ofrecen los partidos electoreros, ni mucho menos a poner una marca en una boleta electoral. Se trata de brindar herramientas suficientes al pueblo para que sea escuchado y obedecido; se trata, también, de poner un alto a las mentiras de sus candidatos; quienes desean “hacer puentes donde no existen ríos”.

Es tiempo de establecer una nueva práctica política, con valores morales como base y motivación de principios democráticos. Hasta ahora, la partidocracia solo promueve: “vivir del presupuesto”; la corrupción e impunidad; de “practicar la herencia política”, es decir, pasan el poder a sus hijos o a familiares; etc.

El actual proceso electoral muestra reacomodos en las estructuras del poder. Se observa en él la ausencia de nuevos cuadros políticos; de ideas modernas y humanistas; eso sí, sobresale la herencia política. Este proceso, como otros, indica la probabilidad de una alternancia gubernamental, pero, sin cambio en la forma de gobernar.

Un nuevo movimiento nacional progresista debe incluir en sus postulados impulsar la democracia participativa, sin anular la representativa; ser motivado por una política con fines idealistas, no egoístas; que repruebe la violación al principio democrático maderista “Sufragio efectivo, no reelección”. Perpetuarse en el poder es ser conservador.

Un nuevo movimiento progresista tiene que hacer realidad lo utópico: garantizar los derechos humanos. Por eso, quien califique de utópica a la nueva generación de políticos está en lo cierto, falta que tal generación se haga realidad. Este es el reto para tal movimiento progresista: trascender como los pioneros de una nueva cultura política. Si se posterga su creación, igual acontecerá con la corrupción e impunidad.

Otro sí digo: Opciones existen, “melón o sandía” no son los únicos.

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