Cuando la delincuencia organizada rebasa los límites y arremete en contra de la población que aún no cuenta con su mayoría de edad se podría decir que el gobierno no ha desempeñado bien su trabajo; su trabajo consiste en brindar seguridad a sus habitantes. El caso de los jóvenes que fueron acribillados en el municipio de San Miguel de Allende, en Guanajuato es un claro ejemplo de que las autoridades no hacen nada para frenar la delincuencia organizada. La delincuencia que impera en ciertos municipios de Guanajuato es un problema que se ha salido de control. Aidé González Garay y Aldo Isaac Garay de 11 y 16 años perdieron la vida luego de negarse a pagar el derecho de piso. Los hermanos que aún eran menores de edad tenían la ilusión de prosperar.
A su corta edad habían conseguido titularse en la Academia de belleza CID, ella como manicurista y el como barbero. El sueño de los hermanos Garay terminó cuando la delincuencia organizada tocó a sus puertas solicitando una cuota para que pudieran abrir su negocio. Sin embargo, los jóvenes no contaban con el dinero que les pedían, pues sus ahorros los invirtieron en el negocio con el que pretendían superarse. La mañana del 25 de enero un grupo de sujetos armados arribaron a la barbería de los hermanos Garay y los acribillaron.
A pesar de que fueron trasladados a un hospital los reportaron sin vida. Cuando dos menores mueren de está manera significa que el gobierno ha dejado a sus habitantes en manos de la delincuencia organizada. Significa que para poder superarse de la manera correcta debes aportar una cuota a la delincuencia si no quieres perder la vida. La ciudadanía está indignada ante la muerte de Aidé e Isaac. La ciudadanía exige que se haga justicia, exigen que el gobierno les brinde seguridad.
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