Desde que Adán Augusto López estaba en el gobierno de Tabasco, el crimen organizado ha operado libremente en el estado. Para ello Adán Augusto puso al frente de la Secretaría de Seguridad a Hernán Bermúdez Requena, un sujeto señalado por sus fuertes vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Por supuesto, los otros grupos criminales no iban a permitir que el CJNG tuviera el monopolio de las operaciones delictivas en el estado, ellos también querían su parte. Se dice que el cártel que disputa la plaza al CJNG es un grupo de sicarios de los Zetas. El negocio en Tabasco es grande, pues no sólo se diputan el robo de combustible, también está la extorsión a negocios, el tráfico de migrantes, el robo y el secuestro.
Señala sobre el caso el periódico El Universal: «Una fuente del gabinete de seguridad confirmó que en la tierra natal del presidente Andrés Manuel López Obrador se está dando un reacomodo entre estas bandas delincuenciales que buscan el dominio del robo de combustible, gas, extorsión, secuestro, narcomenudeo y cobro de cuota a migrantes». Lo ocurrido en Tabasco le parecía al presidente un asunto propagandístico que pretendía hacer quedar mal a su gobierno.
Sin embargo, hace unos días el descarado asalto a negocios del centro de Villahermosa dejó en claro que el problema en Tabasco requiere más que excusas y discursos. Fue por ello que el gobierno federal ya mandó a 2 mil 500 elementos de la Guardia Nacional para que patrullen las calles de Villahermosa. Por cierto, ¿y el resto del estado?
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