Muchos automovilistas andan por las avenidas de la ciudad como si fueran de su propiedad, como si los otros automovilistas estuvieran invadiendo su territorio. A la menor provocación se bajan y se ponen violentos. Si llevan un arma la sacan y alardean con que la podrían usar si quisieran. Ese fue el caso de Perfecto Hernández, quien circulaba por las calles de Iztapalapa. Ante la menor provocación el sujeto se bajó de su auto con un arma en la mano. Para meter miedo dio dos disparos al aire.
Con lo que no contaba es que en las calles de Iztapalapa los taxistas comen lumbre y no los asustan tan fácilmente. Uno de los taxistas que lo enfrentó logró desarmarlo. Ya desarmado otros taxistas se unieron a la madriza. Viendo la oportunidad los peatones que pasaban por ahí le dieron la propina. El tipo quedó como “santo cristo”.
Madreado, humillado y entregado a las autoridades. Su pistolita no le sirvió para nada; que agradezca que no le metieron un balazo con ella. Eso pasa con los tipos que andan buscando que el diablo se les aparezca, al final se les aparece.
Comentarios