En el mes de mayo de 2023 el presidente López Obrador declaraba en su conferencia mañanera: «En México hay tráfico de droga, pero afortunadamente —toco madera—, no hay consumo o es muy poco el consumo, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos». Ah, pero cuando se trata de justificar su fallida estrategia de seguridad, entonces en México la culpa de las masacres la tiene el tráfico y consumo de drogas entre los jóvenes. Sobre los 6 jóvenes que fueron asesinados en Celaya, Guanajuato, el presidente se atrevió a criminalizar a los muchachos: «Estos muchachos que asesinaron le fueron a comprar a alguien que estaba vendiendo droga en un territorio que pertenecía a otra banda».
A los jóvenes asesinados y heridos en una posada en Salvatierra el presidente también los criminalizó: «Hay regiones donde, si existe más consumo de droga, hay más violencia y más homicidios, y hay que ver por qué en Guanajuato aumentó el consumo, que no es lo mismo que en Jalisco, ya ni hablemos de Oaxaca o de Yucatán. Incluso es más el consumo en esa zona de Guanajuato que en Michoacán o que en Sinaloa, entonces es un fenómeno y hay que analizarlo y enfrentarlo».
Ahora resulta que el tráfico y consumo de drogas en el país es un gran problema, un problema que como consecuencia está matando a nuestros jóvenes.
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