¡Gobernador! ¡Gobernador!

Veracruz
Veracruz vive múltiples problemas en el campo, y con los ganaderos, y desde hace un año perdió la certificación para exportar ganado a Estados Unidos, “¿y qué hace el gobernador?, ¿dónde está?, bien gracias, robando, haciéndose güey en lugar de defender a los veracruzanos”, acusó Xóchitl Gálvez Ruiz, precandidata única de la alianza Fuerza y Corazón por México a la presidencia de la república FOTO: ESPECIAL
- en Opinión

Sergio González Levet / El grito retumbaba, es la palabra.

Fue atronador y recordó a los presentes los tiempos buenos del PRI invencible, del PRD emergente, del PAN que logró el poder después de tantos años.

¡Gobernador! ¡Gobernador!

Y Pepe Yunes asentía con aplomo, con indulgencia, con certeza.

Eran las canchas Revolución de su propia tierra y desde ahí nacía, propiamente, la candidatura que estaba en boca de todos y en la esperanza de muchos.

Xóchitl había regresado a Veracruz y concitaba el entusiasmo de la gente, de los ciudadanos que acuden convencidos -en su mundo no caben los acarreados ni los obligados- a escucharla y a entusiasmarse con su palabra, con la esperanza de un nuevo gobierno que escuche a su pueblo, que haga las cosas bien, que sea derecho y capaz.

No como los de ahora.

Pero el entusiasmo por Pepe en su tierra desbancó todas las simpatías y el grito salía desde lo más profundo del priismo histórico, del panismo presente, del perredismo que siempre sobrevive.

¡Gobernador! ¡Gobernador!

Ya sé que la prensa oficialista dirá que al evento llegaron muy pocos porque estaban convocados cuando menos tres veces más, o que la pequeña muchedumbre estaba formada de ciudadanas y ciudadanos que acudieron amenazados o llevados. Es la costumbre del partido oficial.

Llegó Alejandro Moreno también y con él la plana mayor del Comité Directivo Estatal: Adolfo Ramírez circunspecto y Lorena Piñón incontenible en su entusiasmo.

Y como era un evento organizado por el tricolor, se volvieron a ver las caras de antes y de siempre: Héctor Yunes Landa acompañado de su hijo –todo un caballerito como su padre-, Antonio Benítez Lucho, Américo Zúñiga, Carlos Morales Guevara, Ana Rosa Valdez, Bertha Hernández que no conocía a nadie, Alfredo Ferrari Pardiño, Ricardo Landa, Daniel Galindo desde el Puerto. Era toda la nomenklatura priista que queda y manifestaba su fuerza y su presencia en el camino de regreso a la gloria.

Carlos Aceves Amezcua, sonriente y saludador, hacía gala de su carácter afable, de su educación impecable, de su personalidad tan afín a la del propio -seguro-candidato; sello que lo conducirá a un lugar de preeminencia en el equipo, que requiere de los mejores hombres y de los más limpios prestigios.

Feliz, afable, satisfecho, orgulloso, don José Yunes Suárez desparramaba su sencillez majestuosa… no más.

Y junto a ellos, los panistas definitivamente juntados al proyecto y los perredistas fieles al Frente Amplio por México.

¡Gobernador! ¡Gobernador!

El grito tronó en Perote y se fue extendiendo hasta que llegó a los miedos más profundos del poder que quiere seguir instalado a base de mentiras, de falsas simpatías, de eventos artificiosos con entusiasmos artificiales.

La verdadera encuesta será el 2 de junio de 2024. Y la van a ganar Pepe y Xóchitl.

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