Cuando Arturo Zaldívar anunció su renuncia como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo primero que hizo fue ir al programa de radio de Ciro Gómez Leyva a echarle porras a la candidata de Morena a la presidencia de México, Claudia Sheinbaum: «Me sumo con una mujer a la que admiro, en la que confío, a la que le tengo cariño, que me parece una mujer preparada, inteligente, comprometida, sensible que no tengo duda que va a ser una gran presidenta de México a eso me sumo». Lo hizo cuando todavía no se aceptaba su renuncia, cuando de facto seguía siendo ministro de la SCJN, lo que le valió una reconvención de la ministra Norma Piña.
Por supuesto, Arturo Zaldívar aprovechó para hablar mal de Xóchitl Gálvez. Pues este sujeto, que vendió su dignidad por un plato de lentejas, será un colaborador más de Ciro Gómez Leyva, quien le abrirá los micrófonos cada semana para que se ponga a echar porras a Claudia Sheinbaum, así como lo hace Epigmenio Ibarra, otro engendro que por un crédito multimillonario que no piensa pagar, se baja los pantalones enfrente del presidente cada que éste se lo ordena.
No entiende Ciro Gómez Leyva que con la inclusión de sujetos como ese se pierde la credibilidad de su programa, la imparcialidad que debería mantener. Otro día va a invitar a Gerardo Fernández Noroña a su programa, para que el señor suelte sus peroratas ofensivas a la inteligencia.
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