Edgar Hernández* / “¡Ora si no hubo de limón!” como dice López Obrador.
Roció Nahle, la de zacatecas, ya no tiene a qué asirse como lo hizo Cuitláhuac García beneficiario del “Efecto Peje” que en 2018 lo llevó a la gubernatura.
Los papeles se invirtieron.
Si en el 2018 la irritación ciudadana, el hartazgo y el deseo de cambio llevó a los pobres y no pobres a salir a votar, hoy son los pobres, la clase media, los fifis, las amas de casa, los estudiantes, los jóvenes y mujeres, los empresarios chicos, medianos y grandes, los inversionistas, trabajadores del campo y la ciudad… y hasta los afrodescendientes del Bola #8 quienes irán con Pepe Yunes.
Lo que detonó el repudio fue la imposición de una candidata proveniente de Zacatecas.
Y acaso lo que derrama el vaso es la sospecha de corrupta que pende sobre su cabeza aderezada con el pésimo sexenio de Cuitláhuac García quien no ha hecho más que mostrar cuan incapaz y ladrón resultó para gobernar.
Hoy, por tanto, no estamos hablando del “Efecto Peje” sucedido en 2018, sino del “Efecto Pepe” registrado por todos los rincones de Veracruz.
Es un efecto que no lleva arriba de ocho o diez semanas cuando empezaron a darse muestras masivas de simpatía, de apoyo ciudadano y respaldo de todos los sectores en favor de un hombre nacido en Veracruz, de un político que lleva más de 25 años luchando por el paisanaje desde los diferentes cargos de elección popular que ocupado.
Las obras de infraestructura hidráulica, los nuevos caminos que comunican apartadas rancherías, su gestión para la construcción de hospitales y escuelas, los planes de empleo y bajar recursos de la federación por 2 mil 800 millones de pesos dan testimonio de su trabajo.
Pepe Yunes siempre ha gozado de la simpatía de la ciudadanía, sin embargo, su figura crece de manera insospechada en las últimas semanas dando lugar al “Efecto Pepe”.
Ello a pesar de las moscas de casa que se cernieron a su alrededor; de la necedad de quien en nombre del género se decía representante de las mujeres veracruzanas.
Entre la ciudadanía cayó muy bien el reto y valiente decisión hecha pública de que si había alguien con mejores propuestas y trayectoria no solo se hacía a un lado, sino que se sumaba “porque no podemos seguir permitiendo que nos gobierne quien no cumple y está bajo sospecha de corrupción; porque llegó el momento de poner orden y acabar con la inseguridad y falta de empleo”.
Siempre propio, todo un caballero incapaz de proferir amenazas o acumular venganzas por las traiciones de quienes se burlaron y traicionaron en el 2018, una a una las fue cobrando.
Ello a pesar de ser sometido a una brutal prueba en 2021 cuando lo nominaron para que perdiera el bastión del Bola #8, el Cuarto Distrito Electoral.
Ganó y tapo bocas.
Fueron esos los escenarios adversos donde semanas atrás Pepe empezó a llamar de sobremanera la atención ciudadana.
Fue justamente cuando se empezó a notar que el cincuentón traía buena vibra, experiencia, conocimiento de la política y economía y que por más que le buscaron no le encontraron el lado corrupto.
Cuatro encuestas internas ciudadanas demostraron que traía el respaldo ciudadano.
La propia de Morena, también interna, mostró que en caso de ser el elegido por el Frente Amplio por México, les iba a representar un serio problema. De ahí la genial idea del gobernador de empezar a gestar una elección de Estado.
Una elección en donde Cuitláhuac García resultó más interesado que Nahle en consumarla ya que sabe que su próxima parada podría ser la cárcel.
Por ello tanto afán. Por ello tanta basura en su contra. Por ello tanto despliegue propagandístico y dinero en favor de su despanzurrada candidata.
El “Efecto Pepe” crece en el día a día
Basta ir al PRI estatal que era un cementerio para darse cuenta del ánimo partidista y no hay que ser tan ingenuo como para pensar que el PAN no quiere la alianza en favor de Pepe; que deshoje la margarita y se de a querer es otra cosa, pero de que van en alianza con el PRI y el PRD es un acuerdo nacional en donde existe el convencimiento de que será la única forma que suceda la alternancia.
Pepe Yunes, en tanto, está a la espera. No pelea. Aguarda tiempos y circunstancias. A muchos le da el avión. Permite incluso ciertos excesos que se están dando en su nombre. Bien sabe que ser precandidato en este momento es ser nada, necesita el mando.
Salvo la bufalada que lo es todo y que arrasa sin clemencia, el aspirante no deja, sin embargo, de observar que su figura crece y que ese efecto generado por el respaldo ciudadano es momento de capitalizarlo.
El “Efecto Peje” nunca más volverá a sucederse en Veracruz.
Cuitláhuac y Nahle, la de zacatecas, se encargaron de las honras fúnebres hace tiempo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo