El amorío político entre el presidente López Obrador y Samuel García es cada vez más evidente. Para López Obrador, el gobernador de Nuevo León no sólo era un pupilo, era su “chichifo” político, aquel a quien le podía pedir que arriesgara el gobierno de Nuevo León para darle gusto. La estrategia era dividir el voto de la oposición, atraer a los jóvenes votantes con una campaña dirigida a la imbecilidad de los usuarios en las redes sociales.
Pero eso no ocurrió, y por ello, desde la mañanera, el presidente López Obrador, como una vil plañidera, llora la debacle de su “chichifo” político: «Lo que sí debe saber la gente es que se trata de un asunto politiquero con miras a las próximas elecciones, porque se le lanzaron los del PRI y los del PAN. Más que nada el jefe del bloque conservador, Claudio X. González, se le lanzó a Samuel García para que no pudiera ser candidato». A López Obrador le hubiera encantado que Samuel fuera candidato a la presidencia, a pesar de que él tiene a su propia candidata.
El presidente dolido acusa que hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación se unió al complot. Alarmista e irresponsable, el presidente de México, desde su tribuna, anuncia un golpe de estado en Nuevo León: «Ya está de gobernador (…) Todavía (está vigente la licencia) Y son capaces hasta de dar un golpe de Estado porque eso sería una destitución a alguien que fue electo democráticamente».
Comentarios