Su graciosa majestad imperialista no puede pisar los suelos del estado de Guerrero, porque no quiere que lo “ninguneen” los “provocadores” que perdieron sus lanchas y sus casas por el huracán Otis. Para el ejecutivo federal es más importante la investidura presidencial, que pisar montones de basura acumulada y escuchar el clamor del “pueblo bueno”, que tanto lo quiere y venera. El presidente López Obrador no visita Guerrero, pero no se cansa de visitar el estado de Sinaloa, ahí el presidente se siente como en su casa, es más ya prometió que antes de acabar su mandato, volverá a regresar.
Ese es el López Obrador en carne y hueso, el mismo que se niega a visitar a un estado en desgracia, pero que nos e cansa de estar en Badiraguato, la cuna misma del narcotráfico en México.
De modo que mientras en el congreso federal la bancada morenista se niegan a dar más recursos para Guerrero, en Sinaloa un presidente se siente como en su casa. Total, los pobres pueden esperar en su desgracia.
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