El día que Eric Cisneros pidió que me investigaran por homicidio doloso

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El día que Eric Cisneros pidió que me investigaran por homicidio doloso FOTO: IGNACIO CARVAJAL
- en Carrusel, Opinión

Ignacio Carvajal / (Columnista invitado)

Dedicado a todos los perseguidos y presos políticos del estado de Veracruz que tuvieron que cargar estos años con la miseria del alma negra de un desposta apodado

No pasaban de las ocho de la mañana, cubetazo de agua fría en ayunas, «cuídate mucho, Eric Cisneros acaba de poner tu foto y tus datos en la Mesa de Seguridad, te acusa de ser jefe de prensa de la delincuencia organizada en el sur de Veracruz y de numerosos delitos».

Fueron muchas las emociones desatadas, la sangre caliente y el coraje. Ganas de hacerlo público y denunciar los riesgos en los cuales me dejaban los comentarios del mal llamado Bola Ocho.

Después de hablar con varios amigos, aconsejaron que lo mejor sería manejar el asunto con bajo perfil, sin estridencia y alejarse de los reflectores.

Me hacían saber que el coraje de este señor derivaba de algunas de mis amistades más cercanas con quienes él sí tenía abiertas diferencias. Amistades tanto en el gobierno donde él trabajaba así como con los opositores con quienes yo mantenía cercanía más allá de lo profesional.

Nunca en mi vida había sentido tanta angustia y temor por el acoso evidente y la abierta posibilidad de tener que desplazarme de mi tierra para escapar de los alcances del poderoso Cisneros Burgos. Pero sobre todo coraje, pues en mi vida me había metido con este sujeto. Desde que llegó al poder me habían comentado de lo que era capaz y siempre mantuve distancia.

Después de que me dio el aviso, la voz al otro lado del teléfono dijo que pediría a San Judas por mi bienestar, que estuviera alerta y que le bajara «dos rayitas». Sobre todo que fuera muy cuidadoso con mis movimientos y coberturas. Tomar el camino de la autocensura mejor, más ante temas delicados y críticas al gobierno para no darle pretextos.

Hace poco más de dos años de esa llamada, con mucha pena, yo le bajé a la intensidad laboral y me concentré en otros aspectos del periodismo que no me involucraran como protagonista de la búsqueda de la noticia incómoda.

El polémico secretario de Gobierno, con poderes metaconstitucionales, sin embargo, nunca me perdió de vista, mi línea de teléfono y redes sociales monitoreadas constantemente, así como mis ubicaciones. Era evidente su odio, «como eres periodista no se atreven a hacerte algo desde la Fiscalía», me decían algunos amigos para tranquilizarme.

Sin embargo, durante ese tiempo, por los dichos falsos de Cisneros Burgos, me puso como jefe de prensa del cártel de Los Zetas, del Pacífico y del CJNG. Todo puras mentiras e inventos del falso afro. Los avisos de cada una de las infamias de Cisneros en mi contra siempre llegaban a mis oídos. El Gobernador lo sabe.

En cada una de sus presentaciones calumniosas en la Mesa de Seguridad en Xalapa, a la que acudía el Gobernador y la Fiscal, Cisneros Burgos mostraba mi foto y datos personales así como de amistades, allegados y familia. A todos les lanzó lodo y e infamias, como si ellos alguna vez le hubieran hecho algo al falso hijo de Yanga.

Así transcurría la vida más o menos en la normalidad. Por el perfil de mi trabajo acostumbrado estaba a las presiones del poder y a las amenazas, pero nunca de un enemigo tan poderoso, capaz de destruir la vida de uno de un chasquido de dedos. Cada día despertar en libertad o con vida resultaban una bendición, pues sabido era que Cisneros Burgos es responsable de haber ordenado la detención ilegal de numerosas personas en Veracruz, sobre todo de políticos opositores o gente de su mismo partido que no le agachaba la cabeza o le estorbaba, a quienes les fabricaban delitos desde la oficina de Marcela Aguilera Landeta; sujeto de alma de tinieblas, él sí, con amistades muy peligrosas, que se codeaba con la crema y nata de la maña en Veracruz, que le hacían favores, aunque siempre se ha manejado con esa doble moral de ser puro, santo y honesto, lo cierto es que le fascina el dinero, sea sucio o del erario público. Y más los negocios al amparo del poder.

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Habían pasado unas horas del cobarde homicidio de mi amigo Ángel Abendaño, Kelo, en Los Tigres y Cisneros Burgos ya estaba enfilando sus baterías en mi contra.

«Dicen que volvió a poner tu foto en la Mesa de Seguridad, unas con tu amigo el piñero en un baile, que es mucha casualidad que lo hayan matado después de haber estado tomando contigo. Que deberían   abrirte carpeta la Fiscalía, pues era muy sospechoso que todo el que se reunía contigo al poco rato lo mataban, pues también mencionó tu amistad con El Archi, que es urgente que te investiguen.

Esta vez la cobardía y el juicio ligero, basado en chismes y habladas, del infame Cisneros Burgos rondaba los límites. Tuve que protegerme con acciones legales, tierra de por medio un tiempo y desgastarme más en el sigilo.

El día que mataron a mi amigo, yo estaba en Coatza, un sábado, precisamente, alistándome para ir a Los Tigres a comer carnitas y chicharrones con él y otras amistades. Nunca pensé que ese día me iba tocar escribir la noticia de su asesinato.

Ya no había temor, solo coraje e indignación. Una muy grande por haber soportado que este personaje regordete ensuciara con su boca el recuerdo de mis difuntos.

Afortunadamente sus cálculos salieron mal, mucha gente me conoce y saben quién soy. Sobre todo en la esfera pública, el que no es de Veracruz es comprensible que lo desconozca. Ya solo quedó la tiznada y el polvo seco de sus lodos.

Ojalá Veracruz no vuelva a pasar por una noche tan triste y oscura como lo fue el paso de Eric Cisneros por el gobierno de Veracruz, un tipo dañino, con una falsa escala de valores, un cáncer que causó mucho daño, dolor y llanto en hogares veracruzanos.

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