Dice el dicho que el pez por la boca muere, y en el caso del presidente López Obrador parece que así es. Y es que, para el mandamás mexicano la situación en Acapulco no es tan grave, ya que, en sus cuentas alegres «no habrá amarga Navidad» para los habitantes de los municipios que han sido declarados como zonas de desastre natural, después del paso del huracán: Acapulco, Coyuca de Benítez, Benito Juárez, Atoyac de Álvarez, Xalpatláhuac, y Tecpan de Galeana.
Sin embargo, este optimismo oficialista desbordado choca con la realidad, al menos con las conclusiones que da a conocer el Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM, este dio a conocer un comunicado en el que pronostica que los daños provocados por el huracán “regresarán” diez años el desarrollo humano en la entidad.
El asunto se agrava si tomamos en consideración que Guerrero es un estado con una población de tres millones 340 mil personas; 60 por ciento de las cuales vive en pobreza. De manera que un buen consejo es que los guerrerenses, no sean tan crédulos con lo que les promete el ejecutivo federal.
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