El presidente López Obrador es el principal buitre que vuela por encima de la tragedia en Acapulco. El acusa a los líderes de partidos, medios y empresarios de ser carroñeros y hacer proselitismo con el desastre que viven los acapulqueños. Sin embargo, en lugar de usar un discurso de unidad, el tabasqueño aprovecha la oportunidad para polarizar. De entrada, se sabe que dio la orden para que el ejército sea el único que reciba los víveres y ayudas. Nadie más puede hacerlo. Ese clientelismo solo le pertenece al gobierno federal, al menos así lo demuestran las imágenes, donde miembros de la guardia nacional, van colocando las ayudas de los ciudadanos, en caja con el logo del gobierno federal.
En otras palabras, el presidente quiere quedar bien con sombrero ajeno. Pero eso, no es todo, el ejecutivo federal desde su conferencia mañanera se lanza en contra de los medios de comunicación por reportar lo que está ocurriendo en Acapulco.
Les dice que solo están magnificando las cosas, que son amarillistas. Lo que el presidente ignora o se hace como el Tío Lolo, es que el trabajo de los reporteros es informar, o acaso piensa que deben callar ante los reclamos de la sociedad guerrerense. Vaya caradura que salió el tabasqueño.
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