El combate a la corrupción fue uno de los estandartes del presidente López Obrador. Llegó en 2018 diciendo que se iba a acabar la corrupción, que él no era como los otros gobernantes, que él era honesto. Sin embargo, en la práctica, López Obrador resultó más tolerante a la corrupción, incluso encubridor.
Un ejemplo claro está en el influyentismo de sus hijos, los sobres con dinero de sus hermanos y el saqueo en Segalmex, donde estuvo al mando su mentor, Ignacio Ovalle. Es por ello que en los últimos 5 años México ha estado en los primero lugares de los países corruptos. De acuerdo con el Índice Global de Estado de Derecho de World Justice Project (WJP) México ocupa el lugar 136 de 142 países a los que se ha medido su nivel de corrupción.
Es decir, México estaría en el lugar 7 de los países más corruptos. En corrupción México sólo es superado por países como Bolivia (137); Camerún (138); Gabón (139); Haití (140); Camboya (141); y la República Democrática del Congo (142). Es decir, López Obrador no es como los otros, es peor que los otros.
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