Un negocio tan descarado y lucrativo como las extorsiones en la Procuraduría del Medio Ambiente es imposible que haya sido ignorado por el gobernador Cuitláhuac García. Por ello, desde un principio, eligió a las personas ideales para montar el negocio de las extorsiones en la PMA, a Sergio Rodríguez, un corruptazo al que él mismo había denunciado, y al Gallo Bolo, que estaba dispuesto a seguir enriqueciéndose en el servicio público. Por ello, a quien extraña que el gobernador Cuitláhuac García defienda a quien hace algunos años llamó corrupto, mostrando fotos en las que Sergio Rodríguez contaba dinero más habido en calzones, en el colchón de su cama.
En lugar de ponerse del lado de los afectados, Cuitláhuac García los ataca y acusa de ser ellos los responsables del conflicto: «Cuando escucho una queja de que están pidiendo de más o sobre un mal manejo de parte de los inspectores, inmediatamente llamo al Procurador y le pido que cuide las formas, que no haya lugar a moches ni extorsión; hay que ser cuidadosos y dar la oportunidad, porque entendemos que antes no se hacía esto. Hasta donde la Ley lo permita, para que vayan encaminándose a cumplir con las normas medioambientales que competan al orden estatal».
Sí, cómo no. Es decir, llama a su oficina al que alguna vez llamó corrupto para decirle que no extorsione, es como pedirle a un perro rabioso y mordelón que deje de hacerlo. El negocio de las extorsiones no es de Sergio Rodríguez, es del propio gobernador, por eso la defensa.
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