Es su dios de pies de barro, su ídolo descabezado, su “mesías tropical”. López Obrador es el que les cumplió la frase: «No te pido que me des, sino que me pongas donde haya». Por eso es que muchos le rinden pleitesía a su ídolo, por eso lo proponen para el Premio Nobel de la Paz, por eso hasta le besan la mano, como la alcaldesa de Tecámac, Mariela Gutiérrez, porque AMLO los puso en un cargo donde pueden robar. Hasta antes de ese acto de sumisión abyecta, nadie sabía quien era la alcaldesa de Tecámac; es más, pocos, muy pocos, saben dónde se ubica Tecámac en el mapa de la república.
No se sabe de una gran obra de esta señora, no se le conoce activismo, o buen gobierno. Sólo nos enteramos por una foto que circula en las redes, que la señora siente que AMLO es el señor de sus padrenuestros. Ahora la señora acusa a aquellos que critican su sumisa abyección, ahora los llama clasistas, porque dice que en México es una costumbre besar a las personas que lo merecen.
Mentira, en época antiguas el beso en la mano era para los padres o, en el caso de los católicos, para los curas. Pero la señora goza de sus tres minutos de fama, porque después de esto volverá al olvido. Es más, hasta desafía a los que la critican diciendo que volvería a besar la mano de su “mesías tropical”.
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