Ramírez Zepeta y los días contados

Zepeta
Esteban Ramírez Zepeta FOTO: WEB
- en Opinión

Bernardo Gutiérrez Parra / Si algo tienen claro en Morena es que el 2024 no será como el 2018. Cinco años después del fenómeno AMLO, las cosas se están desdibujando pues de acuerdo a sondeos ordenados por la propia presidencia de la República, Morena perderá los estados de Veracruz y Puebla que son los padrones electorales tres y cuatro más importante del país.

Pero mientras en Puebla existe un partido unido que se apresta a dar la batalla para repetir en la gubernatura, la militancia veracruzana anda al garete y a la greña por la falta de su guía y timón que anda de pachanga en pachanga.

Y enfiestado ha seguido Esteban Ramírez Zepeta desde el 27 de agosto del año anterior en que fue embutido por Cuitláhuac García como líder estatal de Morena, lo que provocó el primer estruendo en el partido.

Casi nadie quería a este individuo sin experiencia política y cuya única virtud es la de ser amigo del gobernador. Pero ganó esa virtud y Esteban lleva un año y un mes cobrando como líder estatal, pero sin ejercer en su cargo, lo que ha provocado divisiones, fricciones y enconos que amenazan con fracturar al partido de manera irremediable.

Mientras unos (sus incondicionales), justifican su irresponsabilidad, hay quienes le están pidiendo que ejerza con seriedad su liderazgo o que renuncie.

Y la presión para que se vaya crece.

Morenos que evidentemente no lo quieren pegaron en postes y paredes falsos cartelones de Alerta Amber con su nombre, fotografía y la frase “Se busca”; además de la leyenda: “Se agradecerá a la persona que informe sobre su paradero”.

Tras los cartelones vinieron las descalificaciones donde lo acusan de inepto e incapaz; de abandonar al partido y a la militancia; de deshonesto y hasta de mala copa cuando se pega a la botella. Ah porque hasta eso, los escándalos sobre su vida privada han trascendido a la opinión pública y ya nadie le tiene respeto.

A propósito de su “desaparición”, el periodista Armando Ortiz dio a conocer que el “desaparecido” estaba en un hotel de Jesús Carranza en compañía de  “un sujeto de no más de 24 años, ojos verdes y pelo en pecho, que viste botas vaqueras, sombrero y es aficionado a domar caballos bailadores. Seguramente es el instructor ecuestre de Ramírez Zepeta”, ironizó Armando.

Para bajarle al escándalo mediático Esteban se movió rápido, pero con mala fortuna.

En entrevista con un medio de comunicación realizada en sabrá Dios dónde dijo: “Debemos de asumir la tarea de mantener la unidad en nuestro movimiento… todos debemos seguir haciendo lo que nos corresponde, por ejemplo fortalecer la organización casa por casa, consolidando y conformando comités de defensa de la 4T… Seguir ocupados en estar en el territorio más que en el escritorio…”.

Y lo tupieron en las redes porque está pidiendo a la militancia hacer lo que él no ha hecho.

De los cuatro aspirantes a la gubernatura: Rocío Nahle, Manuel Huerta, Sergio Gutiérrez y Ricardo Ahued (que ya dijo que no va pero continúa apareciendo en las encuestas), ninguno lo quiere en la dirigencia de Morena.

Sus escándalos y su vida licenciosa (que quizá sin proponérselo ha hecho pública); aunados a su irresponsabilidad y desidia en la conducción de Morena lo han convertido en una calamidad.

A mi no me lo creas lector, pero en los corrillos políticos se comenta con más frecuencia que Cuitláhuac García está viendo dónde acomodará a su amigo a fin de que su salida de Morena no se vea como un cese fulminante.

“El gobernador en verdad lo aprecia, pero sabe que su amigo del alma le está haciendo mucho daño al partido con su incapacidad y sus frivolidades, de ahí que esté buscando darle una salida digna. Pero una cosa si te digo; los días de Esteban Ramírez Zepeta como dirigente estatal de Morena están contados; porque se ha convertido en un lastre más que en un líder”, me dijo un distinguido militante de ese partido que algo sabrá.

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