López Obrador corrió el riesgo de caer fulminado en la ceremonia del Grito. Entre sus arengas gritó: «Muera la corrupción». Eso sí, se debió haber mordido la lengua

Arengas
López Obrador corrió el riesgo de caer fulminado en la ceremonia del Grito. Entre sus arengas gritó: «Muera la corrupción» FOTO: WEB

Las tres obras emblemáticas de la Cuarta Transformación están manchadas de corrupción. Obras que se presupuestaron en un precio y que terminaron costando 3, 4 o hasta 5 veces más. Ahí está el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, del que el gobierno ocultó los nombres de los proveedores y contratistas, que porque dar a conocer esa información ponía en riesgo la “seguridad nacional”. Ahí está la refinería de Dos Bocas, con Rocío Nahle al frente, la que entregó la obra a la supervisión de su esposo que bañó de dinero a parientes y amigos.

Tanto fue así que una refinería que nos debió costar 8 mil millones de dólares, terminará costando cerca de 20 mil millones de dólares. Ahí está el Tren Maya, que también tiene un costo considerable. Por supuesto, para hablar de corrupción en el gobierno de López Obrador hay que dirigir la mirada a Segalmex; preguntarle a Ignacio Ovalle por qué dejó que se robaran los recursos de los mexicanos.

¿Y qué decir de los negocios de Andy y sus amigos colocados en puntos estratégicos del gobierno? Por ello, cuando la noche del 15 de septiembre el presidente López Obrador lanzó sus “vivas” y después sus “mueras”, debió tener cuidado, pues en uno de esos “muera” gritó: «¡Que muera la corrupción! ¡Que muera la avaricia!». Afortunadamente no cayó fulminado, pero de que se mordió la lengua, eso ni duda cabe.

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