Samuel García, flamante gobernador de Nuevo León y el presidente López Obrador, cada día se parecen más al cuervo de la fábula que encontró un gran trozo de queso y a la zorra astuta, que con lisonja logra arrebatárselo. Samuel García, así como el cuervo de la fábula, ha creído que cuenta con cualidades especiales y que ha sido señalado como el elegido de los dioses del Olimpo, para venir a salvar a los mexicanos.
En el caso del presidente este, sabe que Samuel García es como el cobre, dúctil fácil de moldear a su antojo, sin embargo, tanto el presidente como el gobernado norteño, no contaban que afortunadamente, el congreso cachanilla, ya anticipó, que no le dará licencia al Gobernador “fosfo, fosfo”.
De modo, que, si el ejecutivo federal pensaba que Samuel García vendría a dividir el voto de la oposición, sencillamente se quedó con las ganas. Por cierto, las dirigencias nacionales de los partidos que componen al frente opositor, ya le dijeron que se ponga a trabajar, y deje de estarlos chingando. Así, o más clarito.
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