Después de que la dirigencia de Morena en la Ciudad de México pidiera demoler el edificio de departamentos donde vive la senadora Xóchitl Gálvez, un despropósito que sólo podría salir de unos descerebrados, el presidente López Obrador realizó un llamado a su jauría de chairos: «Por ejemplo están hablando de la destrucción de la casa que se construyó supuestamente sin papeles, sin permisos, y que hay que destituir la casa de quien es representante de un movimiento (Xóchitl Gálvez). No, no, no, ni quemar libros ni utilizar la picota ni el marro para destruir nada, y vernos como adversarios, a vencer, no como enemigos».
Como si el buen ejemplo lo hubieran puesto ellos, los morenistas, López Obrador quiso lavarles la cara: «Nosotros no podemos, no debemos, sería ir en contra de nuestros principios hacer lo mismo. No debe de haber campañas de linchamiento porque nosotros padecimos eso. Es más, todavía, pero no vamos a responder de la misma manera».
¿Cuáles principios? López Obrador y Morena han demostrado que su Cartilla Moral, esa que le arrebataron a Alfonso Reyes, sólo les sirvió para limpiarse después de defecar.
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