De nada le sirvió a Ricardo Monreal ser el paladín de la abyección. Todavía recordamos esas palabras de Monreal que pronunció con los pantalones abajo: “Como fundador y militante de Morena nunca voy a traicionar al presidente, al licenciado Andrés Manuel López Obrador, prefiero no ser nada, prefiero no participar en nada antes de traicionar al presidente, a quien reconozco y con quien he caminado una travesía de 26 años”.
Y luego ese discurso de unidad que dirigiera a Claudia Sheinbaum, poniéndose a sus pies. Ricardo Monreal se quedó como el “perro de las dos tortas”. No será candidato a la presidencia de México por Morena ni será el candidato de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Señala el periodista Salvador García Soto: “Y como prueba del poder que ya adquirió para “conducir” al movimiento, ayer se definió, por instrucciones de Claudia Sheinbaum, que Omar García Harfuch, su cercanísimo secretario de Seguridad en la CDMX y hombre de todas sus confianzas, renuncie a su cargo en las próximas horas para que fuera habilitado como aspirante al gobierno capitalino”.
Lo que le queda a Monreal es la rebelión, enfrentarse al aparato represor de López Obrador, quien ya lo hemos dicho, es como Pedro Páramo, un rencor vivo.
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