Salinas Pliego exhibió a Jenaro Villamil como un corrupto homosexual que pretendió poner a uno de sus “chichifos” en el Conacyt. Sí, en ese sentido iban las publicaciones de Salinas Pliego en contra de Villamil, y tenía razón. A Epigmenio Ibarra lo puso en su lugar como un traficante de halagos a cambio de un préstamo que no piensa pagar. A Gerardo Fernández Noroña lo ha exhibido en su incongruencia, dándose baños de pueblo, pero dándose también la gran vida en Europa y en Las Vegas. Pero con quien trae un pleito duro es con la senadora Citlalli Hernández, a quien no sólo le ha reprochado su incongruencia, sino además su gordura. Y así se trae, azorados a los que él llama “gobiernícolas”, una horda de políticos corruptos que ostenta el poder.
La última embestida de Salinas Pliego en contra de los “gobiernícolas” fue por los libros de texto que, además de estar cargados de errores, buscan aleccionar a nuestros niños a favor de una visión de gobierno completamente torcida. Entonces, la horda de chairos se le fue encima a Salinas Pliego, pero él tuvo para dar y repartir a todos.
Hasta el INE intentó amedrentar al empresario dictaminando que hubo violencia política de género en contra de Citlalli Hernández en varias de sus publicaciones. Pero Salinas Pliego ya dijo que el INE es corrupto, que los chairos son unos HDSPM y que Citlalli es una “marrana” que acusa sin pruebas. ¿Cómo paso Ricardo Salinas de ser uno de los empresarios favoritos de López Obrador a ser un aguijón enterrado en los traseros de los “gobiernícolas”? Hasta dan ganas de admirarlo.
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