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En la entrega de ayer empecé a relatar el largo camino que se tuvo que recorrer en 1999 para conformar un nuevo libro de texto de tercer grado de primaria para el Estado de Aguascalientes sobre historia y geografía FOTO: WEB
- en Opinión

Sergio González Levet / En la entrega de ayer empecé a relatar el largo camino que se tuvo que recorrer en 1999 para conformar un nuevo libro de texto de tercer grado de primaria para el Estado de Aguascalientes sobre historia y geografía.

Conté cómo se integró una primera comisión de especialistas y expertos en docencia, en historia, en geografía y en edición de libros que elaboraron el proyecto inicial. Cómo también se consultó a docentes en servicio y jefes de materia para determinar la línea pedagógica. Cómo se habló con asociaciones de padres de familia con el fin de que nos dieran su opinión sobre los contenidos que se incorporarían a la obra. Cómo expertos en historia regional dela Universidad Autónoma de Aguascalientes trabajaron el texto relativo a su tema de especialidad y cómo geógrafos de primerísimo nivel del INEGI elaboraron los mapas y la información específica sobre el estado.

También me referí a las intensas discusiones que tuvimos con los funcionarios de la Dirección de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación federal (DME-SEP) y cómo logramos llegar a un consenso y a tener un texto definitivo. Hablé de un grupo de fotógrafos profesionales que realizó varios recorridos por todo el estado y recopilaron miles de imágenes que sirvieron para ilustrar la obra.

Y por último, cómo el departamento de edición de la DME-SEP diseñó e hizo las maquetas, que fueron revisadas concienzudamente por el equipo de trabajo que yo coordiné, junto con una acuciosa revisión sintáctica y ortográfica. De ahí, la Conaliteg se encargó de imprimir el libro y distribuirlo para que fuera usado por primera vez en el ciclo escolar 1999-2000.

A lo que voy es que para hacer un libro de texto de acuerdo con lo impuesto por la Ley General de Educación y varias normas paralelas hay que seguir un proceso

específico con pasos que son ineludibles. Ésa es la razón por la que los libros de texto que se han utilizado hasta ahora tienen un rigor académico y editorial que les abona una alta calidad reconocida internacionalmente. Y además se ajustan estrictamente a las necesidades didácticas de la educación popular en México.

No me explico entonces cómo es que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador decidió saltarse todas las reglas y se puso a hacer libros a mansalva, mal escritos y con una fuerte carga ideológica en favor de la Cuarta Transformación.

Los maestros de México confiaban en los contenidos de sus libros de texto porque sabían que estaban hechos de acuerdo con lineamientos científicos y pedagógicos muy trabajados.

He ahí por qué el rechazo a los nuevos libros hechos al vapor y que le dan al traste a una larga tradición de excelentes obras que sirvieron para formar académicamente a muchas generaciones de mexicanos.

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