Beatriz Paredes Rangel, esa parte rancia del PRI que no quiere morir. A ella le debemos que Javier Duarte haya sido gobernador

Beatriz Paredes Rangel
Beatriz Paredes Rangel, esa parte rancia del PRI que no quiere morir. A ella le debemos que Javier Duarte haya sido gobernador FOTO: WEB

En la Historia Universal de la Infamia el escritor argentino, Jorge Luis Borges, nos demuestra que la acción bienintencionada de una persona puede desencadenar una serie de sucesos que al final terminan perjudicando a mucha gente. Beatriz Paredes defendió el supuesto triunfo de Javier Duarte en las elecciones de 2010. La diferencia en la elección contra Miguel Ángel Yunes fue de 79 mil 548 votos. Como presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes se aferró a un cuestionado triunfo y gracias a eso tuvimos a uno de los peores gobernadores de Veracruz. La Paredes por supuesto, consciente de que Duarte le debía el triunfo, le pidió que pusiera a su amiga de cofradía, Leticia Perlasca, en la Secretaría de Turismo.

Desde ese cargo la Perlasca se empoderó, al grado de que el gobernador le concedía todo lo que la señora le pidiera, hasta un edificio nuevo para sus oficinas. Al final, una vez descubierta la corrupción y el conflicto de intereses, Leticia Perlasca tuvo que renunciar. Ahora, 13 años después, Beatriz Paredes regresa para pedir el apoyo de los priistas, para que la impulsen a ser la candidata del Frente Amplio a la presidencia la México.

Habló Beatriz Paredes como lo que es, una gran tribuna: “Hay tradición magisterial en Veracruz; honor a la Benemérita Escuela Normal Veracruzana. Tenemos que respaldar a las instituciones de educación pública, apoyar al sistema educativo público sin manipular y respaldar la solicitud de los problemas desde la humilde escuela en zonas serranas hasta la tecnológica más sofisticada”. Pero ante el desgaste de su partido el discurso de la senadora priista ya está rancio. Tuvieron su oportunidad y la aprovecharon, pero para sí. Ahora regresan jurando que ahora sí, velarán por los intereses del pueblo. ¡Demasiado tarde!

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