López Obrador, quisiera que usted siguiera vendiendo gelatinas y votara por él; quisiera que todos siguiéramos pobres para votar por su partido

Pobres
Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Una de las muy cuestionadas frases del presidente López Obrador dice: «Es mejor heredar a los hijos pobreza, pero no deshonra». Y es que el presidente tiene una fascinación por los pobres, le encantan los pobres, le gustan porque le sirven, son manipulables y son manipulables porque se conforman con una beca de 2 mil pesos mensuales o un apoyo de 6 mil para los jóvenes, pero sólo por un año. Por ello al presidente López Obrador le molesta que una mujer, que de niña vendía gelatinas, ahora sea una empresaria exitosa. ¡Horroroso pecado! ¡Semejante abominación! Una niña que no se conformó con lo que sacaba de las gelatinas y que quiso estudiar, y que luego formó una empresa para así salir de la pobreza ella y sus padres.

¿Qué derecho tenía esa niña para sacar de la pobreza a sus padres que vivían dignamente en un pueblecito del estado de Hidalgo? Esa niña fue Xóchitl Gálvez a quien el presidente le reprocha: «Ahora que dimos a conocer que la señora tiene dos empresas y que le ha ido muy bien, porque de vender gelatinas pasó a ser millonaria».

Para el presidente de los pobres esa historia es increíble, por eso debe de ser una farsa: «Ahora nos quieren vender otra farsa de que una mujer que empezó vendiendo gelatinas ha logrado superarse». En serio, ¿cómo es posible que millones de mexicanos sigan apoyando a este sujeto que los quiere ver siempre pobres?

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