En su misa dominical Cristóbal Ascencio García, Obispo de la Diócesis de Apatzingán, habló sobre la celebración de López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México: «Ayer, nuestro Primer Mandatario celebraba el quinto aniversario de haber llegado al poder. Nos prometió que su principal objetivo era poner la paz». El obispo, que vive en uno de los estados donde el control de los cárteles es visible y cotidiano en cada ciudad, reprochó: «Mientras algunas autoridades dicen que todo está bien, los que vivimos aquí y un servidor sabemos que no está bien».
Por lo mismo, y en un tono fuerte el obispo de Apatzingán recomendó al presidente y a su Cuarta Transformación: «En lugar de haber celebrado festivamente en el Zócalo, por qué no decretar un día de luto, de duelo nacional, no sólo por los fieles de la Diócesis que han perdido la vida, sino por tantos hermanos en México. Reconocer que en nuestro País hay más violencia que hace cinco años».
Desde su homilía Cristóbal Ascencio recomendó: «Que pidieran perdón al pueblo mexicano y a los que han sido privados de un ser querido por la violencia, o que no encuentran a tantos hermanos desaparecidos; en vez de un día festivo, un día de duelo; pedir perdón por no haber encontrado las estrategias necesarias para la paz». El presidente López Obrador declaró, como si fuera necesario recalcarlo, que México no es un narcoestado. Sin embargo, cada semana los hechos lo contradicen. La realidad que vive México no es la misma que pregona el presidente en sus mañaneras.
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