Salvador Muñoz / No sé cuántos partidos haya dirigido Diego Cocca con la Selección Mexicana. No recuerdo si fue el jueves o el viernes que por equis o ye, viajando rumbo a la casa, escuchamos que al medio tiempo, México perdía 2-0 contra Estados Unidos… un miembro de la familia lanzó un lacónico “Siempre pierden” y respondí que esa frase precisamente la vengo escuchando desde que era niño, junto con otra que reflejaba el tamaño con que se veía al Tri de mi infancia: “los ratones verdes” y una más muy propia de los setentas: “¡Maletas!”
La relación Afición – Selección Mexicana, desde que yo recuerde, siempre ha sido tormentosa, donde uno pide demasiado, se entrega demasiado, se entusiasma demasiado, y al final, siente que su pareja le ha fallado, que no puso el mismo empeño, la misma pasión, la misma entrega y por eso, la relación no funcionó.
Algo es cierto. La selección gringa tiene años que viene jugando mucho mejor que la mexicana. Antes, hace muchos años, saber que los aztecas jugarían con el equipo de las Barras y las Estrellas, era garantía de regocijo mexicano y mínimo, una tercia de goles… algo cambió… Estados Unidos tiene un nivel de competición superior al nuestro desde finales del siglo pasado.
Lo que sí considero cierto, es que el futbol es en gran parte de nuestro país, el opio del mexicano…
Alrededor de él se ha hecho un mercado increíble para rendir pleitesía ya sea a los colores de su equipo preferido o a su jugador favorito… así que cada vez que hay un partido de México, por decir lo inmediato y fresco, es oportunidad de comprar una camiseta, un sombrerote, unas chelas por si ve el encuentro en casa en compañía de la familia y/o los amigos; las frituras, las carnitas, los cacahuates, etcétera… todo esto aderezado con un discurso nacionalista por parte de los comentaristas que nos venden nuestra mexicanidad en un partido de futbol…
¿Diego Cocca merece salir?
De acuerdo a los intereses de quienes lo pusieron al frente del Tri, sí.
De acuerdo a los intereses de todos los DT’s de la afición mexicana, sí…
¿Por qué?
Porque no dio resultados en los primeros tres o cuatro partidos de un torneo en el que compitió México y la cereza del pastel fue perder ante Estados Unidos… ¡ante Estados Unidos! Sí, porque todavía se nos vende la idea de que hay una rivalidad tan grande como el amor que sentimos por la camiseta del Tri…
Ojalá esa reacción, enjundia, aprecio, cariño y devoción que le tenemos a esa representación mexicana en un partido de futbol, la tuviéramos igual a la hora de calificar a nuestros presidentes municipales, diputados, gobernadores y Presidente; ojalá nos volviéramos Directores Técnicos del ejercicio de la Gobernanza… y sin apasionamientos y sin nacionalismos, calificáramos a nuestros políticos… pero como todavía muchos creen que nuestro futuro depende de un quinto partido, ¡por eso nos meten la Cuarta!
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