¿Y qué tal si nos callamos el hocico?

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Periodistas en Veracruz FOTO: WEB
- en Opinión

Bernardo Gutiérrez Parra / Ayer domingo por la tarde y a propósito de la segunda y arbitraria detención de la jueza Angélica Sánchez Hernández, un grupo de columnistas y este servidor que estaba de colado, comentamos lo riesgoso que se está volviendo para todos señalar los actos de corrupción del gobierno estatal. Y cuando digo que el riesgo es para todos es porque nadie está exento de ir a prisión si por ejemplo, habla mal del gobierno en una cantina y a la salida lo detienen acusado de ultrajes a la autoridad.

Apenas llegó a Palacio de Gobierno, Cuitláhuac García se quitó el disfraz de defensor de las mejores causas y de abogado de los oprimidos para enseñar la piel de déspota intolerante y represor que lo envuelve. Un botón de muestra son sus adversarios políticos encarcelados por delitos inventados.

Veracruz es un estado donde priva la violencia cotidiana, un estado donde los feminicidios, crímenes de odio, secuestros, levantones, robo en carreteras, embolsados y balaceras ya son parte de la normalidad.

Veracruz es un estado corrupto porque la corrupción se auspicia y se solapa desde arriba; es un estado violento porque los delincuentes viven y actúan en la más absoluta impunidad y como consecuencia, es un estado abandonado a su suerte por la supina incapacidad de quien lo gobierna.

Nada de lo anterior le gusta que se difunda al señor gobernador porque lo irrita sobremanera.

Por si algo faltara, Veracruz es el estado más peligroso y letal para ejercer el periodismo.

Se cuentan por docenas los compañeros que han sido amenazados o golpeados y se han quedado callados porque ¿denunciar ante la Fiscalía? Uta… no gracias, mejor me quedo con la golpiza.

El principal generador de estos ataques es el propio Cuitláhuac García, que convertido en un ridículo remedo de su jefe el presidente, se ha dedicado a denostar, humillar y perseguir a periodistas cuyo único pecado es ejercer su oficio denunciando los casos de corrupción y abuso de poder.

Esta vez le tocó a la periodista Claudia Guerrero que ha sido emplazada para presentarse mañana martes a las 11:00 am en compañía de su abogado “para la práctica de una diligencia penal en su carácter de investigada…”.

¿Qué tipo de diligencia? Sepa Dios. Simplemente le están pidiendo que vaya, apercibiéndola que en caso de no comparecer se hará uso de la fuerza pública.

Es decir, si no asiste la pueden detener, pero si asiste también, porque la justicia en Veracruz no sabe de leyes y menos de amparos. Y para muestra el caso de la jueza Angélica Sánchez que aún con un amparo en la bolsa le echaron un año de prisión preventiva oficiosa.

Claudia Guerrero es una periodista muy crítica; un ave de las tempestades que es admirada por unos y odiada por otros, principalmente por los políticos.

Con pelos y señales denunció los abusos cometidos en los gobiernos de Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Linares quienes la acosaron y persiguieron.

Pero con Cuitláhuac las cosas son diferentes porque el señor no acepta que nadie le venga con eso de que la ley es la ley. “Es de los que dicen ‘métanlos al bote en lo que averiguamos por qué’”.

Un día sí y otro también Claudia ha hecho pública la corrupción que impera en el gobierno de la 4T, pero lo que quizá colmó la paciencia en Palacio de Gobierno fue que denunció que el sábado anterior, Cuitláhuac García sostuvo una reunión en la comunidad de La Orduña con la Presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Lizbeth Jiménez Aguirre, con consejeros del Tribunal y con más de cien jueces a quienes dijo que les puede pasar lo mismo que a la jueza Angélica Sánchez, si no acatan sus órdenes en los procesos judiciales. Es decir, los amenazó.

La periodista se presentará mañana debidamente amparada y con su abogado defensor, pero corre el riesgo de ser indebida y arbitrariamente detenida.

Es de esperarse que no, pero con Cuitláhuac y la Fiscal Verónica Hernández Giadáns todo es posible si se trata de injusticias.

“Ante la posibilidad de que el siguiente amenazado, golpeado o encarcelado sea uno de nosotros ¿qué tal si nos callamos el hocico por un buen rato?” sugirió uno de los columnistas.

Pero nadie le hizo caso.

Ayer por la noche cada uno subió como de costumbre sus columnas a los portales informativos, incluso quien hizo la sugerencia, aunque habló de un tema diametralmente opuesto a los que acostumbra.

Y es que sin hacerle al héroe o al mártir lector y a pesar del riesgo que conlleva el oficio periodístico, alguien tiene que seguir denunciando los abusos.

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