Los esfuerzos por limpiar el “honor” de la ministra Yasmín Esquivel sólo la exhiben y dejan más en claro que la señora es una plagiaria. Los hechos que debemos tomar en cuenta son los de origen. Un alumno de la UNAM presentó un año antes una tesis de licenciatura que un año después ella entregó de manera casi íntegra. Así el alumno se la haya ingeniado para robársela, un año antes de que Yasmín Esquivel la debiera presentar, el hecho de que haya entregado la tesis que ya estaba inscrita en la biblioteca de la UNAM, eso la hace plagiaria. Pero no, esa misma tesis se presentó en otras 5 ocasiones como original.
Luego estuvo la tesis con la que obtuvo el grado de doctora en la Universidad Anáhuac. Yasmín Esquivel plagió 209 de 465 páginas de esa tesis. Por ello, ante tanta evidencia, que los abogados pagados por Yasmín Esquivel salgan a decir que una jueza determinó que la tesis de licenciatura original es de la ministra y que esa determinación es inapelable, hasta parece chiste.
Los esfuerzos desesperados que hacen los abogados pagados sólo ensucian más el nombre de la plagiaria. Es más, aunque Yasmín Esquivel le comprara un indulto al papa, para que la consideraran digna de la beatificación, eso no cambiaría los hechos. Yasmín Esquivel es una plagiaria y ese sello en la frente, como el “signo de Caín”, no se lo podrá borrar nadie.
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