Angélica Sánchez fue detenida con acusaciones falsas, con pruebas fabricadas; fue detenida con toda la alevosía jurídica de la que es capaz la Fiscalía del Estado de Veracruz. Los jueces y abogados saben que no es la primera vez que la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, detiene a alguien con pruebas fabricadas. Lo ha hecho en contra de adversarios del gobierno, lo ha hecho en contra de jóvenes inocentes, lo ha hecho en contra de ciudadanos comunes. Pero hasta el momento no se había atrevido a hacerlo en contra de un miembro del Poder Judicial. El único delito de la jueza Angélica Sánchez fue acatar la orden de un juez federal; el no hacerlo podría implicar para ella caer en desacato.
La jueza cumplió la orden y el gobernador, por ese hecho, la calificó de delincuente. Sí, así la llamó. Un gobernador que sacó de la cárcel a Arturo Bermúdez Zurita, acusado de genocidio por los colectivos de madres buscadoras; un gobernador que liberó a otros cómplices de Duarte y que ha mantenido libres a muchos delincuentes que siguen saqueando el estado de Veracruz. Ah, pero que una jueza acate una orden federal, eso la hace delincuente.
Al final la Fiscalía espuria no pudo sostener sus acusaciones falsas, al final la presión de las barras de abogados y de jueces federales obligó a este gobierno a dejar en libertad a la jueza Angélica Sánchez. Jueces y abogados entendieron el mensaje. Hoy es la jueza Angélica Sánchez, mañana podría ser cualquiera de ustedes.
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