El presidente de la Mesa Directiva del Senado parecía una persona seria. Una persona seria e inteligente, que no se dejaba llevar por la cargada, ordenada por el presidente, en contra de los ministros de las Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin embargo, Alejandro Armenta queriendo exhibir a la ministra Norma Piña, se exhibió él como un ingenuo y tonto. Dice Armenta que a su WhatsApp le llegaron mensajes del teléfono de la ministra Norma Piña, mensajes con la intención de presionar, de intimidar o incluso de pretender amenazar. Pobre tonto, ¿acaso no sabe de la gran cantidad de suplantaciones que se han dado en WhatsApp?
Ahora bien, a Norma Piña la han insultado y tratado de sobajar desde hordas morenistas hasta diputados, líderes de Morena y el mismo presidente. ¿Les ha dirigido algún mensaje de reproche la ministra Piña a sus agresores? ¿Maldijo a los que quemaron su imagen en una manifestación morenista? ¿Mandó a detener al que le dijo que “levantara las nalgas” del asiento de la presidencia de la SCJN? ¿Le ha hecho algún reproche, uno pequeño, o siquiera una alusión al presidente López Obrador, quien la ha llamado corrupta y aliada de los conservadores?
No senador Armenta, no ha respondido a las agresiones de nadie. Ella ha mantenido un silencio digno, el silencio de una persona que está consciente de su investidura. Vaya, es tan inverosímil lo de los mensajes y amenazas que el mismo Ricardo Monreal, quien lo puso en esa presidencia del Senado, lo considera imposible. ¡Ya mejor siéntese señora!
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