Todos: López Obrador, Adán Augusto, Ignacio Mier, Ricardo Monreal, Mario Delgado, Citlalli Hernández, Claudia Sheinbaum y más, despotricaron en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Todos esgrimieron argumentos que resultaron un lugar común, pues sólo repetían lo que su presidente ya había dicho, que la Suprema Corte invadía atribuciones de los legisladores, quienes habían sido elegidos por el pueblo, no como la SCJN. No hubo otro tipo de argumentos, todos repitieron como pericos lo que su presidente les ordenó. Ah, pero faltaba Gerardo Fernández Noroña, el aspirante a la presidencia que quedó fuera de las preferencias de López Obrador.
Noroña se voló la barda. El diputado petista dijo que la Suprema Corte sólo siguió instrucciones de la embajada de los Estados Unidos: «La Corte está actuando de manera facciosa y sostengo que lo está haciendo por mandato de la embajada de Estados Unidos, que les hace el guion de lo que le llaman ‘lawfare’, golpe de Estado en nombre de la ley».
Tal vez ignora el diputado “changoleón” que la relación del presidente con el embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar, es más que cercana, algunos dicen que servil. Imaginar que Ken Salazar pudiera estar actuando contra los intereses de López Obrador parece más que fantasioso. Pero usted ya sabe como se las juega este diputado troglodita, quien por llamar la atención es capaz de decir que «los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando cha, cha, cha».
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