La tarde del martes la cancillería a cargo de Marcelo Ebrard informó que la Reunión de Alto Nivel para la Integración Agroalimentaria de países de América Latina y el Caribe, que se llevaría a cabo en Cancún, Quintana Roo los días 6 y 7 de mayo se cancelaba por cuestiones de la salud del presidente; supuestamente tiene covid-19. Parece lógico, aunque desde la misma presidencia han insistido en que el presidente se encuentra bien, a pesar del covid, y que su corazón está al 100 por ciento.
Sin embargo, como muestra de que ni entre ellos se ponen de acuerdo, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, declaró que no se suspendió la cumbre de Cancún por la salud del presidente López Obrador, sino porque no coinciden las agendas de los presidentes: «Se había pospuesto porque fue imposible conciliar las agendas de los presidentes y se hará un replanteamiento para que en los próximos 30 días pueda llevarse a cabo».
Claro, como si una cumbre de esta envergadura se planeara de un fin de semana para otro. Los presidentes que asisten a una cumbre de este tipo confirman su asistencia desde meses antes o semanas antes.
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