A los acarreados todos los vieron en las avenidas aledañas al Paseo de la Reforma, en las inmediaciones del Centro Histórico. Cientos y cientos de autobuses de todos los estados de la República estacionados, bajando gente que llevaba en la mano una torta, un jugo y un plátano. Los mismos dirigentes de Morena reconocieron que ellos tenían una cuota de acarreados que debían cumplir, y que con el dinero de su sueldo tendrían que pagar los camiones. Pues a pesar de eso, el presidente López Obrador se atrevió a decir que en su marcha no hubo acarreados.
En la conferencia mañanera le salió nuevamente lo cínico: «No es un dirigente, es un grupo de gentes dispuestas a hacer valer sus derechos, no es un grupo de acarreados como los que lleva el bloque conservador, que les preguntan por qué viniste y dicen que ‘el INE no se toca’ o que ‘llegaron unos camiones y nos trajeron’ o que hay un mitin y todo mundo está platicando, comiendo paleta, sin conciencia, o se van porque le cae mal cómo habla el Presidente porque no habla de corrido, acá es distinto».
Los dichos del presidente dejan claro que sus concentraciones o marchas son una respuesta a las marchas ciudadanas, pues a él lo que le importa es demostrar que la tiene (la marcha) más grande.
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