Entre más vacía esté la carreta, más ruido hará en el camino, eso debería de entender el presidente López Obrador, con sus bravatas y amenazas por las declaraciones de varios diputados republicanos que piden mano dura contra los narcotraficantes mexicanos, que han inundado las calles de Estados Unidos de fentanilo.
Desde luego que sus amenazas no han pasado desapercibidas para el gobierno de los Estaos Unidos. Sin embargo, pretender amagar con pedir a la comunidad mexicana en Estados Unidos que vote el próximo año contra los republicanos, es una declaración disparatada, ya que es precisamente con las comunidades de mexicanos en el extranjero, donde las relaciones están fracturadas. Solo son importantes para el gobierno mexicano, por las remesas que mandan.
Por lo pronto, el gobierno de Biden comienza a mover sus piezas en la lucha contra el fentanilo, y presionó para que el presidente López Obrador y Elizabeth Sherwood-Randall asesora de Seguridad Nacional de EU y responsable de la estrategia contra el tráfico de fentanilo, encuentren solución a un problema que mucha culpa tiene el gobierno de la 4T, por seguir con una estrategia de abrazos contra los miembros del crimen organizado.
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