Hace un mes el rector Enrique Graue declaró con contundencia: «Después de un meticuloso cotejo de los textos en cuestión y del análisis de la documentación aportada por las personas involucradas, concluyó que existe una copia sustancial en la tesis que presentó en 1987, como parte integral de los requisitos para su recepción profesional y expedición del título correspondiente, la entonces alumna de esa entidad académica, Yasmín Esquivel Mossa». Después de lo dicho ya no quedó duda del plagio que llevó a cabo Yasmín Esquivel. Sin embrago, la misma ministra ha prolongado su agonía, y si en alguna ocasión pudo haber reconocido su error, perdió la oportunidad de disculparse.
A pesar de que su prestigio ha quedado por los suelos, Yasmín Esquivel todavía cree que puede rescatar algunas cosas del naufragio. Por ello ha tramitado un amparo para que el Comité de Ética de la UNAM no divulgue información sobre la investigación que se está llevando cabo.
No entiende la esposa de Riobóo, empresario favorito de López Obrador, que a los mexicanos ya no nos interesa lo que diga el Comité de Ética, para los mexicanos ha quedado demostrado que ella plagió su tesis; ya ni siquiera nos interesa si le quitan su chamba en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¡Que con su pan se lo coma!
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