Cuitláhuac García… ¡Que bonita familia!

Cuitláhuac
Cuitláhuac García Jiménez FOTO: WEB
- en Opinión

Por Edgar Hernández*

Antes de entrar en materia, precisemos.

Para el gobernador Cuitláhuac García, desde que llegó al poder, es lo mismo declarar que “Está bajo resguardo” una joven que apareció destazada, que la operadora fantasma Araly Rodríguez, beneficiaria de su gobierno con 100 millones de pesos ya que “no es prestanombres” -como aseguró días atrás-, sino una distinguida “empresaria”.

¡Y muy cumplida!”.

Eso para el gobernante es la transparencia. Eso es, no ser igual a los de antes. Tampoco corrupto. Ni tener en su nómina a más de 52 familiares entre sus padres, tíos, primos hermanos, medios hermanos, entenados y a toda su parentela hasta de cuarto grado.

Cumple con el requisito fundamental de que para ser moreno y trabajar al lado de quien es un honor -99% de lealtad y 1% de capacidad- poco importa confundir al asesino con el asesinado, al asaltante con el asaltado y al honesto con el corrupto.

El origen.

Desde el arranque de su gobierno quedó al descubierto ante la opinión pública, que la culpable de todo este desorden familiar fue la abuela Manuela, la de los dos maridos, la que enseñó a su príncipe, que digo príncipe, a su muñeco, Atanasio –el papá del Cui- que la ley de la vida permite tener dos que tres o cuatro que cinco “segundos frentes”, valga la contradicción.

Que entre los García y los Durán, no había diferencia; que era lo mismo, máxime si se trataba de negocios.

Y que para esconder esos pecadillos –de joven, de no tan joven y de viejo- había que jugar a las escondidillas con nombres y apellidos y de ser posible con los medios hermanos para que se juntaran con los naturales y los “buenos”.

Así, el árbol genealógico de Doña Manuela, de don Atanasio García, de los Durán y toda la flota hacia abajo, fue algo así como un árbol que daba peras y jitomates en la misma rama; guayabas y chicozapotes; sandías y papayas.

Ello permitió a esta “gran” familia, cuando llega al poder, inicie una escalada de engañifas.

Una de ellas se llama Eleazar Guerrero Durán, sobrino de Atanasio, nombrado por Cuitláhuac como responsable y las de las finanzas públicas -147 mil millones de pesos anuales es el presupuesto de SEFIPLAN- y que sus hijos, Nitzia y Eleazar Jr., primos de aquel, manejen a su albedrío tareas donde hay mucha plata como son el DIF y la Secretaría de Seguridad Pública.

En paralelo se mueven los hermanos del Cui, todos unos sibaritas. Uno Tonatiuh, cineasta poco talentoso pero con todo el presupuesto a su disposición.

El otro, Quetzalcóatl –la serpiente emplumada-, maestro del Cetis, acusado de acoso sexual y Xicoténcatl, neumólogo denunciado públicamente por el activista por el Antonio del Río Argudín, por la muerte imprudencial de una paciente.

En un segundo plano está Diego Eusebio (medio hermano), Coordinador de Giras de la Oficina de Gobierno de Palacio, un buen chavo que no sabe ni madres.

Les siguen otras medias hermanas Dorheny, Diddy y Ailett, una Secretaria del Trabajo, antes diputada federal, la segunda, operadora de la misma secretaría en materia financiera y la que recién se supo que no era ama de casa, sino abogada, Ailett.

Esta última es magistrada del TSJ sin carrera judicial alguna cuyo marido Elio Hernández es, ni más ni menos, el Secretario de Infraestructura y Obra Pública SIOP, que maneja anualmente mil 829 millones de pesos que prácticamente devuelve a la federación por subejercicio.

Desde luego que resulta imponderable evocar al padre de todo este caos.

El jefe de la familia en el poder, don Atanasio, goza de dos pensiones –jubilado de la UV y jubilado del Cetis– y un empleo, digamos honorario, en la Secretaría de Educación en el estado.

Atanasio no anda en la grilla ¿Para qué? Solo cuida que toda su familia quede bien forrada.

Y bien se dice que quien está encaramado en el poder tiene que repartir.

Acaso por ello accedió al segundo nivel que ha permitido que, a unas cuantas semanas de haber llegado a la secretaría de Seguridad Pública, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, en sustitución de Hugo Gutiérrez –quien siempre se ostentó como primo de la esposa de AMLO-, compre una modesta “Casita Gris” en Costa de Oro, Boca del Río, con un valor inmobiliario de 12 millones de pesos, según publica el portal “Veracruzanos en Acción”.

En la lista del nepotismo se ubica desde luego, a quien fue secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, quien hasta antes de que lo corrieran por oscuros manejos financieros en las medicinas, tenía incrustados a siete sobrinos de primer grado y a su pareja sentimental, en clínicas, hospitales y direcciones de sanidad internacional.

La diputada local por Xalapa, Rosalinda Galindo Silva, es otra de las perlas de la actual administración. Tiene más de 19 parientes metidos en la nómina.

Otro que se despacha con la cuchara grande es el actual presidente municipal de Tuxpan, José Manuel Pozos, quien aun conserva en la nómina del gobierno a 29 de su parentela, excepción hecha de su hijo del mismo nombre, corrido de la subsecretaría de Planeación por acoso sexual (como que eso les gusta).

El de Cuitláhuac a final de cuentas, resultó ser un gobierno de hermanos, primos, de medios hermanos, de entenados, de abuelas, nietos, hijos, hijas, de tíos, sobrinos y ahijados, pero también de novios, novias, queridas, amantes de toda la gama de diversidad sexual tan cercanos a la nómina como al cariño y, por supuesto, un gobierno de compadres.

Eso es lo que gusta a Morena, repartirse el botín más que superar su ignorancia y gusto por las raterías.

*Premio Nacional de Periodismo

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