Dice el dicho que “cae más pronto un hablador que un cojo”. El presidente se quiso cobrar la presunta descortesía de la ministra Norma Piña, quien no se puso de pie cuando el llegó al Teatro de la República en Querétaro para el aniversario de la Constitución. Fue por ello que, “hablando en plata” como él dice, soltó una aseveración que mostró el tamaño de su egolatría: “La señora presidenta de la corte, para hablar en plata, está ahí por mí, porque antes el presidente ponía y quitaba a su antojo al presidente de la Corte”. Sólo faltó que dijera: “Debería darme las gracias y ponerse de pie cuando paso delante de ella”.
Ahora, el presidente reculón, se echa para atrás y dice que los medios manipularon sus palabras: «Yo les aclaré que no, que ella estaba por mí, pero porque ya no me metía, porque ya no es como antes. Antes el presidente de la República era quien decidía quién entraba y quién salía y yo no, yo no tengo ningún tema con la ministra«.
Pero si él presidente fue muy enfático: “Está ahí por mí”. ¿Dónde carajos está la manipulación? Además, lo dijo en un contexto de confrontación, de reclamo y reproche porque la ministra no se somete a sus caprichos. Sume a esto que a menos de una semana en la presidencia de loa Suprema Corte, el presidente aseveró que con la llegada de Norma Piña a la corte la corrupción entre los jueces había aumentado.
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