Al presidente López Obrador sólo le quedan 20 meses de gobierno, según lo que marca la Constitución. Si en estos momentos se hace un balance objetivo e imparcial, podemos concluir que el gobierno de la 4T queda a deber. Sus intentonas de reformar la energía y la ley electoral, toparon con un fuerte bloque opositor. Procedente de ello, se dieron decretos, y leyes secundarias que atentan contra el espíritu de la Magna Carta.
Y es que el Ejecutivo federal intentó meter su cuchara en los otros poderes, en el Legislativo en parte lo logró, sin embargo, cuando requería de mayoría absoluta, sus pretensiones se desvanecían ante una oposición unida y fuerte.
En el poder Judicial las cosas se le complicaron aun más al presidente, ya que su favorita, la ministra Yasmín Esquivel, no pudo levantarse de un misil que la acusó de plagiar su tesis y finalmente llegó alguien contrario a los intereses de la 4T. Además, en el ámbito electoral, aún falta que se resuelvan las impugnaciones contra el Plan B que limitó al árbitro electoral. Por lo pronto, al presidente se le acaba el tiempo y eso seguramente lo trae de muy mal humor.
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