Este 2023 prometamos no tratar, a como dé lugar, ser una «celebridad» en Facebook; prometamos no publicar selfies y estados que muestren cuan patética es la soledad de un hombre que cree que los likes son como el alimento del artista. Quién soporta a esos que sienten la necesidad imperante de presumir el lugar donde pasan sus vacaciones, los restaurantes que visitan, los alimentos que digieren, como si eso fuera muestra de su “calidad” de vida, de la dimensión de su felicidad.
Quién soporta a aquellos que publican sus estados de ánimo, a los plañideros de la era de las redes sociales, aquellos que suplican un saludito para empezar el día. Quién soporta a aquellos que replican las frases célebres sin entenderlas, a los eruditos del plagio que hacen creer a los demás que el pensamiento de los sabios salió de su ronco pecho. Se extraña a los auténticos, a los originales; se extraña a aquellos que encuentran la grandeza de las cosas pequeñas.
En este 2023 evitemos etiquetar a los contactos en asuntos que no les conciernen, roguemos a Dios para que los otros entiendan lo abusivo que es etiquetarlo a uno en cosas sin importancia. Por mi parte, prometo seguir siendo el mismo que cree que el 85 por ciento de los usuarios de las redes sociales son unos imbéciles, y espero que entre mis contactos haya muy pocos de ese 85 por ciento. En fin, prometo seguir siendo el que soy, tan irreverente y desterrado de este mundo; tan pendiente de los míos y un poco ajeno de los demás (AO).
Comentarios