En 1966 un periodista bautizó a los seleccionados nacionales como “ratones verdes”, dando a entender que son medrosos y que no representaban ningún peligro. Hoy la selección mexicana fue eliminada del Mundial de futbol en Qatar. Su paso en mundialista fue sin pena ni gloria, su primer partido, que le hubiera fortalecido, lo empató con Polonia y el segundo con la selección argentina lo perdió y el ultimo, a pesar de haberlo ganado con dos tantos, no le alcanzó para clasificar a la segunda fase.
Esta justa mundialista debería de servir para hacer una revisión y analizar el papel que juega la Federación Mexicana de Futbol, al igual que el papel que desempeñan las televisoras locales y sus patrocinadores. Y es que resulta muy sospechoso que, habiendo jugadores en mejores condiciones físicas, no hubieran sido convocados Miguel Layún o el Chicharito Hernández.
Por lo pronto, el Tata Martino ya ha hecho sus maletas y se declara como el único responsable de la desilusión de millones de mexicanos. Ni hablar, la maldición de los ratones verdes no se ha ido, sigue presente en la Selección Nacional Mexicana.
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