Cuando le preguntan al presidente sobre el acoso de Layda a personajes políticos, incluso de Morena, el presidente sólo considera que son de “mal gusto”. Pero sobre las sanciones a este tipo de actividades delictivas el presidente no sólo es tibio, también es cómplice.
Claro, para hacerse de la vista gorda pone a delincuente y víctima en el mismo nivel: «Hay que buscar la unidad, y ni siquiera a los opositores hay que verlos como enemigos, son adversarios, no hay que tener enemigos, que sí haya polémica y que se defienda el proyecto de nación porque eso es defender al pueblo, pero no caer en la politiquería y muchos menos en el insulto, en el agravio, la humillación». Por supuesto, no pidió a Layda Sansores que dejara de delinquir; eso no, pues la señora le sigue siendo útil.