Si de algo podemos estar seguros, es que el presidente López Obrador tiene un puño de hierro cubierto por un suave terciopelo. Es un hecho que existe un endurecimiento del poder y que las fuerzas armadas se conducen como un pulpo con tentáculos muy largos. No sólo han copado la seguridad del Ejecutivo federal y sus familiares, sino que tienen la agenda médica del presidente, en otras palabras, las funciones del Estado Mayor Presidencial no han desaparecido. Eso sin contar que tienen el presupuesto más grande y de que son los encargados de las obras emblemáticas de este gobierno.
Y es que llamó mucho la atención que el segundo abordo y encargado de tejer finito ande mencionando la idea de un militar en la presidencia de la República, ya sea un general retirado o incluso en activo, no hay que dejar pasar que esa pachequera idea surgió primero en Palacio Nacional y después salió directamente del Palacio de Bucareli.
Además, resulta curioso que apenas este sábado que pasó, Adán Augusto López mencionó en el Congreso local de Hidalgo lo siguiente: «Desde luego que un militar puede participar en tareas políticas y puede tener aspiraciones políticas, incluso ser presidente de la República, pero deberá participar en cuestiones electorales y someterse a las urnas», comentó el responsable de la política interna del país.
Algunos analistas consideran que puede ser un distractor, no obstante, algunos creen que, si las cosas se le van de las manos al presidente, contaría con un cartucho dentro de las fuerzas armadas. Recuerde que, en política, todo escenario es posible, sobre todo en el de la 4T.
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