El reclamo de los estudiantes de la Universidad Veracruzana es que la institución ha sido omisa y ha guardado silencio ante las denuncias de acoso por parte de maestros, personal y alumnos. Alumnas de la Maestría en Estudios de la Cultura y la Comunicación también denunciaron el fracaso del Protocolo para Atender la Violencia de Género de la institución. Señalan que dicho protocolo “entorpece y revictimiza a la comunidad estudiantil agredida al mismo tiempo que permite, por la falta de sanciones, que los agresores permanezcan en las instituciones, además de la urgente actualización del Estatuto de Estudiantes”.
A un año de haber tomado la Rectoría, el insustancial Martín Aguilar Sánchez, rector de la UV no había atendido el problema, antes bien lo había ignorado. Las consecuencias ya se dieron. Como manejo de crisis las medidas desesperadas y el “atole con el dedo”. Ya renunció la secretaria académica Elena Rustrián Portilla, y aunque digan que la renuncia no tiene que ver con las protestas de los alumnos, a la señora no se le podía ocurrir mejor momento para dejar su oficina.
El agresor de Humanidades que quiso con una navaja quitar el cartel con su nombre donde se le acusaba como acosador y agresor ya fue expulsado después de una pausa de 3 días de la Juna Académica que estaba viendo su caso. Y finalmente, “atolito con el dedo”. Después de un año de omisión y desdén, el insustancial rector Aguilar Sánchez ahora dice que se atenderán todos los reclamos de los estudiantes: “Trabajamos para dar puntual respuesta a sus peticiones”. Si no hizo nada en 12 meses, todo lo piensa arreglar en unos cuantos días. Así de insustancial.
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