El dicho aquel que reza: «Quien siembra vientos, cosecha tempestades», advierte de las terribles consecuencias que puede acarrear realizar malas actuaciones o predicar malas doctrinas. En el caso del Ejecutivo federal, durante más de tres años se ha dedicado a despotricar contra empresarios, periodistas, expresidentes y clasemedieros etiquetándolos con diferentes motes, despertando la inquina contar su persona.
«¿Dónde está el humanismo? ¿Se eclipsa por el fanatismo, por lo ideológico, por lo dogmático, por el odio? ¿Para qué vamos a los templos y a las iglesias? Me refiero a los que actúan de esa manera, no es posible que se le desee mal a nadie», cuestionó el presidente Andrés Manuel López Obrador al referirse, sin mediar pregunta, a todos los mensajes en redes sociales que se difundieron sobre su estado de salud desde el día del Grito de la Independencia.
Desde luego que el presidente tiene razón cuando dice que no hay que desearle la muerte a nadie, sin embargo, gran parte de esos memes o mensajes en las redes sociales en su contra, es debido a la polarización que él mismo ha creado. Ojalá que, en lugar de alarmarse por esos mensajes, mejor que le baje dos rayitas a sus mensajes de polarización.
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