Mientras la maestra Elba Esther Gordillo pone el dedo en la llaga y señala los tropiezos que ha cometido el gobierno del presidente López Obrador, el actual dirigente del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, se muestra manso y sumiso. De hecho, el mismo dirigente asegura que ya quedó muy atrás aquel sindicato que aparecía en los diarios por dispendios o declaraciones estridentes. Y es que, los que saben de lides sindicales, aseguran que Cepeda Salas no tiene otra alternativa más que jalar la carreta a donde señale el presidente.
Sus anteriores tropiezos del 2018, donde apoyó al candidato José Antonio Meade, han quedado atrás, ahora él mismo se declara como miembro del ejército intelectual de colaboradores de la Cuarta Transformación. Lo cierto es que en estos momentos, el papel del SNTE es meramente simbólico y nominal, ya que no fue tomado en cuenta para la negociación de un aumento salarial que aún no acaba de convencer a los maestros.
Su discurso gastado sobre las jubilaciones y la UMAs, ya no convencen a nadie y, aunque aparentan tener el control de sus agremiados a lo largo del país, el descontento entre los maestros comienza a crecer de manera silenciosa. Por lo pronto, el SNTE se pone de tapete ante la mueva secretaria de Educación. Ni hablar, esa es su naturaleza.
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