Los quereres y desamores del presidente López Obrador ya no se pueden seguir ocultando, apenas hace unos días, el presidente señaló que lamentaba que Monreal avalara «la falsedad, la hipocresía y la politiquería del conservadurismo en México»; aún tenía la bilis derramada en Zacatecas cuando ya estaba abrazando al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Desde luego que los que han seguido de cerca la carrera del tabasqueño, saben que éste se deja llevar por las vísceras y no mucho por la sesera.
Lo cierto es que, con Ricardo Monreal, el presidente ha dejado ver que no hay reconciliación y que al zacatecano le espera un fuerte ataque por parte de las tribus y huestes incondicionales del amo y señor de la 4T. Eso sin contar que con esas palabras llenas de rencor que el Ejecutivo federal utilizó, prácticamente está convirtiendo a Ricardo Monreal en un residente forastero dentro de Morena. En pocas palabras, el zacatecano ya es un paria dentro de Morena.
Y es que no fue ninguna sorpresa el voto neutro de Ricardo Monreal ni tampoco causó sorpresa el tono despectivo del presidente contra el coordinador de los senadores. Ni hablar, AMLO le está dando una patada en el trasero a un hombre que ha pecado de sincero y congruente y que no le ha regalado los oídos, a pesar del linchamiento de sus propios correligionarios.
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